- ¿Quién es Tessa Cooper?
Tessa Cooper nació en Súria (Barcelona), en 1976. Desde muy niña tiene problemas para conciliar el sueño, por lo que tomó el hábito de inventar historias, que se autonarraba para quedarse dormida, pero solo eran eso: historias. Con el paso de los años se decidió a realizar un curso de escritura; poco después su primera novela, Nada que no desees, salió a la luz. Repitió la experiencia de publicar con Churros con chocolate, un año después. Ahora, se atreve con La tercera constelación a la izquierda, la trama que más le ha costado escribir, pero con la que más ha disfrutado. En la actualidad, vive en Gavà, junto a su marido y su hijo; promete no dejar de sorprendernos.
- Tu libro de cabecera es…
No tengo solo uno. Depende mucho del momento en el que esté, lo que busco, o necesito en ese preciso instante. Te diré que «No hay nada después del final» de Érika Gael es una historia para releer, igual que «Memorias de una Geisha» de Arthur Golden.
- ¿Qué libro es el último que has leído?
«Rojo, blanco y sangre azul» de Casey McQuiston, aunque en algunos momentos se excede con las descripciones, los personajes son muy auténticos y la historia muy original, la recomiendo sin duda.
- Un libro o autor que no podemos dejar de leer es…
«El día que dejó de nevar en Alaska» de Alice Kellen. Me sacó de un bloque lector y escritor, así que siempre será uno de mis preferidos.
- ¿De dónde surge la idea de escribir “La tercera constelación a la izquierda”?
Se me ocurrió al ver el programa de televisión «El concurso del año»: un par de chicos intentaban averiguar la edad de una chica; la pobre tuvo que escuchar que se metieran con su papada y sus patas de gallo. Diez minutos después tecleaba en Google, necesitaba encontrar un nombre de mujer que significara juventud y encontré Hebe. La idea de la trama por completo me costó bastante más, pero con eso tuve suficiente para que la bombilla se encendiera. Ya te confirmo que Aquiles y Hebe se conocen participando en ese programa, que Aquiles es el bocazas, y Hebe la que no puede creerse lo que le están diciendo.
- ¿Cuál es tu escena preferida?
La historia es de tres hermanas y tres chicos que recorren Italia para cumplir las últimas voluntades de la nonna, la abuela de las chicas. Mi escena preferida es cuando en Andrómeda, una de las casas en las que pernoctan, la mejor amiga de la abuela le explica al grupo el motivo por el que las casas tienen nombres de constelaciones y hasta aquí puedo leer.
- Si tuvieses que quedarte solo con un personaje de tus novelas ¿Cuál sería?
La nonna, sin lugar a duda. Me quedo con ella y las cartas que le deja a sus nietas y a los chicos. Son pura sabiduría. Como dice Zia, una de las hermanas de Hebe, «hay personas que deberían ser eternas porque hacen del mundo un lugar mejor», por eso me quedo con ella.
- ¿Por qué leer literatura romántica?
Por los sentimientos. Y no digo por el amor, me refiero a todos ellos. Porque la novela romántica no va de dos que se encuentran y acaban juntos, va de tramas complejas, de unos personajes que deben conocerse muy bien y aceptar el pasado y sus conductas para mejorar y lograr aquello que, al final, cualquier ser humano anhela: querer y ser querido con todo lo que es y representa.
- Has escrito varios libros a lo largo de estos años ¿Qué puedes decirnos sobre tus otras obras? ¿Cuál te trae mejores recuerdos?
«Nada que no desees» es mi primera novela y se me ocurrió una mañana en la que estaba de compras en un Decathlon. Llamé a mi marido y le dije: «se me acaba de ocurrir una historia». Ninguno de los dos nos imaginamos que me llevaría hasta el día de hoy, que me levanto a las seis para teclear un poco. Y es que Roberto y Tessa fueron, sin pretenderlo, los que me ayudaron a perderle el miedo a publicar. Transcurre entre Barcelona y Londres y digamos que la culpa de que sus mundos se crucen la tiene un perro llamado Corner.
«Churros con chocolate» es una novela muy personal. Es la primera en la que lloré mientras escribía dos escenas de pura emoción. Soy un poco pava. El por qué del título es de esos que te pinta una sonrisa en la cara cuando lo descubres. Todo empieza en una fiesta de exalumnos: Hugo, tras muchos años fuera del pueblo, regresa para asistir al evento. Se encuentra a Emma y comprueba que no está equivocado: ella sigue provocándole curiosidad y decide quedarse para averiguar si ella siente lo mismo. No hace falta que te diga que Emma no está por la labor, y es que la vida la ha convertido en una mujer muy desconfiada.
En todas las novelas hay un pedacito de la autora, en «La tercera constelación a la izquierda» hay recuerdos de viajes en familia por Italia, de comidas y risas, de noches junto a mi marido viendo las estrellas y de dejar volar la imaginación hasta crear un personaje, Hebe, que es capaz de ver un elefante rosa cuando algo no le va bien, e incluso así, ser el personaje más sensato que he creado hasta el momento. Seguro que todas conocemos a un grupo de amigos que se distancia cuando una de las parejas rompe, pues esto es lo que les ocurre a ellos. Hasta que la nonna fallece y se ven obligados a viajar durante un mes por Italia.
- ¿Crees en el amor para toda la vida?
Sí, ciegamente. Te podría explicar a la perfección el primer instante que vi a mi marido.
- ¿Puedes contarnos alguna curiosidad sobre tu última novela?
La misión del grupo es esparcir las cenizas de la nonna en los lugares que ella les indica. Para ello, Hebe, la transporta en una mochila azul. Pues bien, antes de empezar a teclear cogí la báscula, harina y puse lo que suele pesar una persona tras ser incinerada y me la colgué en la espalda para averiguar si era viable pasearse por el mundo con ese peso a cuestas.
- ¿Cuánta importancia le das a la investigación previa antes de empezar un trabajo?
Creo que demasiada. En muchas ocasiones tardo más en planificar y documentarme que en escribir. También te digo que es una de las partes con las que más disfruto porque es el momento en el que todo es posible. No hay límites y eso mola mucho.
- ¿Dónde escribes? ¿Tienes un lugar concreto donde trabajar o por el contrario te inspiras en cualquier lugar?
Antes de la pandemia escribía en el despacho. Ahora, que mi marido también trabaja en casa, escribo en el despacho desde las seis hasta las siete y media, a partir de esa hora me voy al comedor.
- ¿Cómo y dónde sueles documentarte?
Google es un gran aliado. Busco páginas que hablen del tema que me interesa, veo documentales, leo libros. Para «La tercera constelación a la izquierda» vi dos documentales en Youtube sobre Pompeya y San Gimignano. Los nombres de los personajes los suelo buscar también en internet.
- ¿Cuál es tu momento favorito para crear?
El momento me da igual. Lo único que necesito es silencio absoluto.
- Cuando no estás en casa y te llega la inspiración ¿Tienes alguna manera concreta de registrar las ideas que te vienen (libreta, audio…)?
Creé un grupo de whatsapp con mi marido, después lo eché, y allí me guardo de todo: mensajes, audios, links, lo que sea.
- Aparte de ser escritora, ¿te dedicas a algo más o estás centrada exclusivamente en tu carrera literaria?
Nací con una cardiopatía congénita. Hace unos años tuve que dejar de trabajar y retomé la escritura. Aunque claro, mi energía es limitada y no escribo más que un par de horas o tres al día y no siempre.
- Cuando vas a comenzar a escribir ¿dejas que fluyan las ideas libremente o planificas previamente todo?
Soy una planificadora obsesiva. Hasta que no lo tengo atado no empiezo a escribir por mucho que me puedan las ganas.
- ¿Qué autores han influido a lo largo de tu vida a la hora de escribir?
En primer lugar, Érika Gael. Primero como formadora, hay un antes y un después muy evidente en mi trabajo tras realizar sus cursos; después como escritora, es el ejemplo claro de que unir palabras es todo un arte. Abril Camino, Alice Kellen, Cecelia Ahern también son autoras que siempre leo por placer y para aprender.
- ¿Con qué problemas se encuentra un escritor novel a la hora de publicar su novela?
Hoy en día hay mucha información al respecto tanto si decides intentar publicar a través de una editorial o si prefieres la vía de la autopublicación. El gran escoyo es darte a conocer. Son muchos los autores que publican a diario, en muchas ocasiones creo que hay más escritores que lectores, y esa es la gran dificultad. El simple hecho de que le den una oportunidad a tu novela no es sencillo. Pero no hay que desistir por ello.
Lo que le diría a alguien que empieza es que pregunte a personas que han pasado antes por lo mismo, no nos comemos a nadie, seguro que sabrán darle buenos consejos.
- ¿Cómo surgió la oportunidad de publicar tu primer libro?
La verdad es que la culpa la tiene mi marido. Fue en verano de 2018, nuestro hijo estaba en casa de los abuelos y yo acaba de corregir «Nada que no desees». Él me preguntó que qué pensaba hacer con la historia, yo le dije que nada. Me miró y me dijo que ni hablar, que si no lo intentaba me quedaría con el «y si», y que no podía ser. Dos semanas más tarde la autopublicaba.
- ¿Qué género literario te atrae más como escritora? ¿Y como lectora?
El género romántico es el que más me atrae, pero confieso que me llama mucho la atención la novela policiaca, como lectora siempre he alternado los dos géneros, así que no descarto nada.
- ¿A qué tipo de lectores van orientadas tus novelas?
A todas aquellas que crean en las segundas oportunidades, que hay amigos que son más familia que la propia, y que hay familias capaces de escalar montañas por los suyos. En mis novelas hay momentos divertidos, pero también duros. Hay secundarios de los que te enamoras y sentimientos, muchos sentimientos.
- ¿Tienes algún proyecto nuevo entre manos?
Sí. Empecé a escribirlo hace unos meses y espero acabarlo entre abril y mayo. De momento solo puedo adelantar que se trata de una novela corta y que me está costando la vida. Hasta ahora siempre he escrito novela larga y lo de economizar palabras es muy complicado.
- Cuéntanos una fortaleza y una debilidad tuya a la hora de escribir.
Mi fortaleza siempre han sido los diálogos. Da igual el número de personas que intervengan, no me suelen dar muchos problemas.
Mi gran debilidad eran las descripciones, pero con «La tercera constelación a la izquierda» conseguí mejorarlas.
Hoy en día lo que más me cuesta es encontrar el narrador ideal para cada historia, y es que esa elección puede convertir una buena historia en una pasable.
0 comentarios
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tu la primera persona!